viernes, 22 de diciembre de 2006

Reflexión de Navidad


Se acercan esas fechas entrañables en las que volvemos a unirnos con nuestros seres más queridos, en las que quizá perdonemos a alguien o las que seamos perdonados, en las que nos sentemos junto a una mesa para comer bien y pasárnoslo mucho mejor. Unas fechas de acercamiento, de unión, de alegría y amor... Qué pena que todos los días no sean Navidad!!! ¿Y por qué no? ¿Por qué no perdonar y amar, compartir y disfrutar, comer y unirse, todos los días del año?. La felicidad está en amar, en compartir, en perdonar, en ser generosos, en unirse al prójimo. Eso se puede hacer todos los días. No hace falta que sea Navidad. Y se puede hacer en cualquier momento, en cualquier lugar, y no es necesario el dinero. Tan sólo es necesario las ganas y el gesto.

Si la felicidad es buena, ¿por qué reservarla para sólo unos pocos y en momentos especiales?. ¿Por qué no convertir cualquier momento, este mismo momento, en un momento especial?.

Tenemos muy mala memoria, y nos creemos inmortales, que las desgracias de los demás no pueden afectarnos. No recordamos que somos seres humanos, unos seres cuya vida viene y va en apenas un instante, y que cualquier instante puede ser ese instante. Y ese instante no avisa.

Recuerdo esa frase de Jason Becker: "Vivimos pensando que nunca morimos. Morimos pensando que nunca hemos vivido".

Cuando nos sentemos en la mesa en Nochebuena, en Navidad, en Nochevieja, en Año Nuevo y en Reyes, miraré esa mesa imaginando a aquellos seres que en su día se sentaron en ella y que ahora no están. Recordaré su sonrisa, su amor, su amistad, su cariño, su persona... Pero no lo haré con tristeza, si no con alegría. Porque ellos son el testimonio de que la vida es eso: un breve tiempo que tiene un inicio y un fin. Y sé que a ellos les gustaría que disfrutáramos e hiciéramos disfrutar a los que están hoy en esa mesa, que amemos y que seamos felices.

Por otro lado, miraré en esa mesa a gente nueva. A mi hija y a mis sobrinos, que van creciendo y que están aprendiendo a caminar en esta vida. Ellos se merecen la felicidad que nosotros le proporcionemos. Y por ellos, deberíamos ser dichosos y felices.

La vida es un camino en una sóla dirección. Durante parte del trayecto caminaremos con otros seres que nos harán felices. A veces nuestros caminos se separan para unirse más adelante. Otras veces nuestros caminos se separan para siempre. El secreto de la felicidad está en saber disfrutar de ese camino en todo momento, y hacer disfrutar a nuestros compañeros en ese apasionante viaje. Y cuando esos compañeros se despidan para siempre de nosotros, regocijarnos y ser felices porque compartieron lo mejor de ellos con nosotros durante esa parte del viaje. Y cuando nos toque a nosotros despedirnos de esos compañeros que están ahora, regocijarnos en la certeza de que los hemos amado y de que han sido felices con nosotros.

A todos vosotros, compañeros de mi viaje, os deseo feliz Navidad, un próspero año 2007, y un camino feliz.


Rafael Hernampérez

Publicado en El Rincón de la Felicidad: http://rafinguer.spaces.live.com